Un
sueño posible, el de la integración real, florece y se enraíza en esta nación
común que soñaron los padres fundadores de la América, la “Nuestra”,
como la identificara Martí, quien a 161 años de su natalicio continúa siendo
inspiración y guía.
Latinoamérica
y el Caribe avanzan a favor de sus pueblos, rompiendo el muro de desigualdades
y pobrezas que impusieron las colonias, primero; y que más tarde, después, el capitalismo
salvaje se encargó de llevarlo a su máxima expresión, regido por la mano
despiadada del Imperialismo.
Este 28 y 29 de enero, La Habana será sede de la II Cumbre de la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), organismo cuya presidencia pro témpore
ejerce Cuba desde enero del pasado año; un espacio de análisis que junta a 33
países, que a pesar de sus diferencias políticas, económicas y sociales respetan
la diversidad y buscan razones comunes, a favor del desarrollo económico, cultural,
social y humano propios, sin el tutelaje de nadie, basados en principios de solidaridad,
igualdad y bienestar compartido..
Cada
vez se hacen más visibles los resultados devenidos de las relaciones de los
pueblos agolpados al sur del río Bravo hasta la Patogonia, incluyendo
los isleños de las Antillas y el Mar Caribe. La educación, erradicación de la
pobreza, salud, cultura, desarme nuclear, la migración y la cooperación en
áreas como ciencia y tecnología, gestión de riesgos y desastres naturales, energía,
agricultura familiar, empleo juvenil y preferencias arancelarias han sido temas
recurrentes.
Decididamente,
la CELAC
confirma que la esperanza reaparece definitivamente y con ella, la unidad y la
integración regional se adueñan de la soberanía deseada, por primera vez real y
tangible, teniendo en cuenta el multilateralismo. No se trata de manera alguna
que un Estado muestre sus “éxitos” sobre otro; por el contrario, la CELAC tiene la obligación
moral de convertirse en un mecanismo de verdadera integración latinoamericana y
caribeña, en un bloque diverso y profundo, pero sobre todas las cosas armónico,
capaz de brillar con luz propia en escenarios internacionales, representado
cabalmente, allí, a cada uno de los que habitamos de este lado del mundo.
Por
el presente y el futuro de los pueblos, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños
se dará cita en la capital cubana, recordando al mundo que el ideario de los
padres fundadores de la Patria Grande
se consolida, enriquecido por las lecciones de la historia más reciente de
nuestros pueblos.
Cuba,
desde su condición de presidenta pro témpore, hizo gala de su inmensa vocación
internacionalista, cumpliendo con el compromiso asumido, en el momento que se
le concediera esa responsabilidad, de trabajar intensamente por el desarrollo,
la cooperación y la solidaridad de todos que integran la CELAC. A eso se suma, su
labor de acercamiento a Estados y bloques regionales de otras áreas geográficas
como Rusia, China, Japón, Corea del Sur y el Consejo de Cooperación de los
Países Árabes del Golfo.
Durante
la II Cumbre, la Isla reafirmará su propósito
de paz y justicia, contribuyendo a la adopción de acuerdos que favorezcan a los
intereses comunes de los pueblos que se reunirán aquí; y entregará su puesto a
Costa Rica, formando entonces la troika dirigente del ente, ampliada con
CARICOM, y a la cual se sumará Ecuador, que asumirá el liderazgo en 2015.
Ya
no somos un simple puñado de hombres y mujeres tratando de conquistar la verdad
de las grandes mayorías explotadas por siglos, el presente y futuro es nuestro
y con nuestros propios esfuerzos lo edificamos. La CELAC, tiene la palabra.
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